IMAGEN:PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR...(FOTOGRAFÍA DE MIERCOLES 27 DE NOVIEMBRE DE 2010).
"OJOS Y NO OIDOS JERARQUIZAN LA LABOR POLICIAL".MEGF. (SÁBADO 27 DE NOVIEMBRE DE 2010).
LA NOTA CORTA.”EL HABLAR MUCHO NO NOS HACE UN BUEN CONVERSADOR.
POR PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO-ESTADO ZULIA-REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: SÁBADO 27 DE NOVIEMBRE DE 2010.
¿A quien de nosotros no le gusta participar en una buena tertulia? ¿Cómo no disfrutar una amena, alegre y pedagógica conversación?. Para lograr esos objetivos se necesita que la relación comunicacional se produzca entre excelentes conversadores, para qué se concreten diálogos positivos, agradables, cultos y educativos. La dificultad empieza a mostrar su faz, cuando nos encontramos con esos personajes que más que una conversación, concretan un monólogo, la emisión de una sola voz, que es la de ellos, y lo que nació con el animus allegrii, se transformó por obra y gracia de un cultor de una anárquica verborrea, en una verdadera pesadilla para sus interlocutores, toda vez que se han visto obligados a permanecer de labios cerrados escuchando la perorata de tan desagradable personaje.
La persona que habla sin límites, sin moderación y sin parar, y lo que es más grave, sin permitir que sus interlocutores participen en la conversación, son por naturaleza, concepto y conducta, unos pésimos conversadores y además se convierten en especialistas anti-diálogos, lo que se traduce en una paralización de la multiplicación del conocimiento, de la transmisión de la cultura y en una quietud impasible de profusión de los mensajes. Ahora podemos caer en cuenta amigo lector, lo nocivo, lo dañino y lo perjudicial que es un mal conversador.
El buen conversador, el buen dialogante, el buen contertulio, práctica de manera auténtica el diálogo, pues permite a su entorno expresarse y emitir sus opiniones y criterios, aunque para ello se valgan de argumentaciones que bien podrían calificarse de tediosas, pero que al fin al cabo, hay que aceptar, salvando la posibilidad de estar de acuerdo o no con ellas, pero respetando el derecho a que se expresen, expongan o discutan.
Una conversación, una tertulia, o cualquier otro diálogo, deben estar caracterizados, por su fluidez, dinamismo y participación. El buen conversador provoca la discusión de altura, mediante la exhibición de ideas, criterios y opiniones que motiven el disenso, que orienten la búsqueda de la verdad para beneficio de todos los que participan en el diálogo. Se debe respetar la intervención del interlocutor y generar interrogantes y exposiciones que estimulen la riqueza del diálogo o tertulia en cuestión. Es lo que no hace el mal conversador, quien se apropia de las opiniones "suyas", las ajenas y la de cualquier tercero que quiere inmiscuirse en el diálogo de marras.
El buen conversador es aquel que no solamente respeta el derecho de intervenir de los otros, sino que lo motiva y lo provoca y además lo estimula mediante interrogantes, preguntas, anécdotas, y situaciones parecidas que por lo regular tienden a enriquecer no a la opinión del buen conversador, si no la de los tercero intervenientes .
El respeto, la tolerancia, y la admisión aunque fuere sin solidaridad, de las tesis y criterios de nuestro interlocutor, son el fundamento que caracteriza y califica al buen conversador. Este debe volcar toda su atención en quienes participan en el diálogo, pues con ello pone de manifiesto la importancia que para él tiene la opinión de quien la expresa. Aunque resulte molesto para alguno de mis lectores, debe recordarse que tiene la palabra de Dios, la cual es categórica y muy precisa, cuando nos enseña a ser solidarios, a no ser apáticos, a dejar de lado la indiferencia, a prestarle atención no solamente a lo que decimos y hagamos, sino también a lo que dicen y hacen los demás, no con el ánimo de juzgarlos, sino más bien de impedir que nuestro prójimo caiga en los errores y tentaciones que el mundo exhibe. Cuando conversamos con Dios, no lo hacemos, emitiendo única y exclusivamente nosotros mismos, las palabras que constituyen el objeto de esa conversación. Es imperativo y además beneficioso, dejar de Dios nos hable, nos planteé las diversas situaciones que estamos viviendo y las que vamos a vivir. Ese diálogo con Dios es un diálogo franco, transparente y multidireccional, es decir le hablamos y el nos habla, le hablamos y nos hablamos; de allí la necesidad de convertirnos en un buen conversador, con la certeza, de que esta actitud y condición, producirá mayores beneficios que aquellos, quienes nunca generarán los actos, expresiones y opiniones de un mal conversador. Llegó entonces la hora de transformarnos en ese buen conversador que el mismo Jesucristo nos enseñó a ser. Animo, gozo, alegría...
IMAGEN:PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR...(FOTOGRAFÍA DE MIERCOLES 27 DE NOVIEMBRE DE 2010).
"OJOS Y NO OIDOS JERARQUIZAN LA LABOR POLICIAL".MEGF. (SÁBADO 27 DE NOVIEMBRE DE 2010).
Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado:
GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia? Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en:
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