IMAGEN UNO: DOÑA ANA DELIA RUBIO RINCON VIUDA DE GONZÁLEZ.
IMAGEN DOS:PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR..
"LAS CARENCIAS Y DIFICULTADES SE EXTINGEN FRENTE AL TRABAJO Y LA DECENCIA".MEGF. VIERNES 09 DE DICIEMBRE DE 2011.
Artículo.“Doña Ana Delia Rubio Rincón viuda de González, Padre y Madre de varias generaciones... Algunas palabras que aunque no lo son todo, Representan una parte de mi amor, respeto y admiración por mi abuela quien Mentora, Matrona, y guía permanente de sus descendientes... Tu presencia recorre las Mansiones .Celestiales”.
POR PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.www.mervyster@gmail.com
MARACAIBO-ESTADO ZULIA-RÉPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: MARACAIBO VIERNES 09 DE DICIEMBRE DE 2011.
Primera Parte.
Contrajo matrimonio con Don Luis González, oriundo de San Francisco, hoy una gran ciudad, otrora una pequeña población granjera y pilar fundamental en la producción de hortalizas con las cuales no solamente se alimentaban las regiones del Estado Zulia, incluyendo Maracaibo, y a otros distritos, que era la nomenclatura política que para entonces utilizaba el gobierno nacional. Doña Ana Delia Rubio Rincón viuda de González, había nacido el día 18 de enero de 1904. Ella nacida en Maracaibo, aunque esta ciudad, para la época podría decirse que no era propiamente dicha una ciudad sino más bien un conjunto de parcelas dedicadas también a la producción de todo tipo de hortalizas, frutas y otras especies, que pugnaban por su crecimiento industrial, al punto que la ciudad de Maracaibo tenía sus límites por el norte hasta el final de la avenida las delicias. Por supuesto habían otras avenidas, calles y una población más o menos grande, que le daban la característica de ciudad y por supuesto la conformación de hombres y mujeres de ciencia, sabios, eruditos, académicos que no solamente despuntaron en ésta tierra el don de Dios prodigó infinitos dones espirituales y materiales; sino que también se proyectaron hacia el resto del país y a las comunidades internacionales que vieron en ellos los individuos del futuro, y no se equivocaron pues la historia demuestra con hechos incuestionables las invenciones (aunque yo no comparto este criterio, pues el hombre no inventa nada, todo está en el mundo y el hombre sólo tiene que ensamblarlo) y aportes a la humanidad, que permitieron su desarrollo e incluso evitaron la extinción de la especie humana. Contaba mi abuela que su esposo don Luis González se casó y vino a vivir en Maracaibo puesto que siendo el primer hijo legítimo de don Simón González, de ascendencia española, pero nacido en San Francisco, hombre prolijo, con mas de 37 hijos, habiéndose separado de mi bisabuela, no le quedó otra alternativa a mi abuelo, que la deben unirse a esta hermosa ciudad de Maracaibo para fomentar su familia. Relata mi abuela Ana Delia, que uno de los primeros vehículos que transitan en la ciudad de Maracaibo fue de mi abuelo Luis y dada su condición de ser un hombre bien parecido y con mucha suerte con el sexo opuesto, tal situación le trajo de grandes problemas de orden conyugal, aunque mi abuela Ana Delia siempre remarcó su papel del buen padre de familia, disciplinador de sus hijos y frío cumplidor de todas sus obligaciones de cónyuge, padre de familia, ciudadano ejemplar y vecinos solidario, a la par que compartía estas condiciones con su buena relación con sus hermanos afines, es decir con sus cuñados. Mi abuela contaba con cuatro hermanos: Elpidio, Luis Guillermo, Abdénago y Avilio, y con seis hermanas: Eudosia, Noemí. Eudosia, Laura y Eufemia, todos con un gran nexo de unidad y de gran amor que les enseñaron y prodigaron sus padres. Mi abuelo, no Luis González, se llevó en su corazón a todos sus cuñados, quienes veían en el mundo esposo ,un buen padre de familia, un solidario cuñado, vecino, un buen amigo, por supuesto, dejando a salvo su contrariedad por su afición a las damas, a quienes repito les era fácil conquistar por su "ángel", su comunicación fluida, elocuente y vivaz, a lo cual coadyuvaba el poseer un rostro muy simétrico, con sus líneas faciales casi perfectas, lo que generaba un especie de atracción intensa con las féminas de su época.
Estas actitudes de infidelidad, fueron inteligentemente asumidas y llevadas por mi apreciadísima y amantísima abuela, lo cual permitió que mi padre don Adelmo Antonio, Edicta Rosa, Northon Enrique, Luis Emiro, Clímaco José y Abdénago de Jesús González Rubio, se mantuvieran cohesionados como una verdadera familia, bajo la dirección tanto de mi abuelo como de mi abuela. Doña Ana Delia rubio Viuda de González fue una mujer que aunque iletrada, pues "no conocía ni la o por lo redondo", en otras palabras no sabía leer ni escribir, no obstante nuestro buen Dios la había privilegiado con prodigarle no solamente un buen discernimiento, que ya era bastante, sino también una sabiduría muy especial, que le permitió durante toda su vida no errar en los modos de comportamientos, actitudes, procederes, y actos de ejercicio de la verdad, de amor, de la piedad, de la misericordia, del amor al prójimo, de la cara inicial agresividad y lo que es más importante de una le grande, aunque he de confesar, que no le gustaba permanecer mucho tiempo en iglesia y además no le concedía mucha confianza a los presbíteros a los que ella llamaba jocosamente: "”zamuritos negros". A propósito de esta afirmación, recuerdo tal como que si fuese el día de hoy, que una vez, almorzando en el pequeño rancho en el cual vivíamos, donde por cierto, escampaba primero afuera antes que adentro, cuando la lluvia hacía su aparición. Retomando la anécdota, cuando apenas contaba con aproximadamente nueve años de edad y cursando el tercer grado de mi escuela básica o primaria, en la mesa ( o lo que fungía como tal) en donde estábamos reunidos mi Abuela Doña Ana Delia, todos mi tíos paternos, mi madre: doña Amalia del Carmen Fuenmayor Urdaneta, mi otra madre doña Edicta Rosa González Rubio, mis hermanos: Wilhert Antonio, Adelmo Antonio, Magly José y mi menor hermano de apenas dos años de nacido, para ese período: Enio de Jesús, González Fuenmayor, en el mesón ad hoc al que me referí antes, expresé en voz alta mi deseo de que al terminar mis estudios de bachillerato me internaría en un seminario, para hacerme sacerdote, pues desde niño he venido sintiendo la vocación por el servicio a la obra del Señor. No había terminado de decir lo que pensaba, cuando de manera abrupta mi respetada y bienamada abuela Ana Delia, lanzando uno de los platos de aluminio que contenía su almuerzo y que ya estaba por terminar, lo golpeó fuertemente contra la mesa y dirigiéndose a mí , me dijo: "existen muchísimas formas de servir a Dios: siendo un buen trabajador, siendo un buen profesional, practicando la piedad, la misericordia, la verdad, el amor al prójimo, orando todos los días y practicando todos los preceptos y las enseñanzas de Dios en nuestra vida. Pero que "lo de los zamuritos negros "quedaba fuera de discusión. Ello generó en todos los comensales una gran risa, sabiendo que mi abuela era muy ocurrente y muy chusca en su hablar. Con los años, mi abuela comprendió, que efectivamente había escuchado el llamado de Dios, pero también muy sabiamente me advirtió, que como sacerdote le hubiese causado mucho daño a la Iglesia Católica, hubiese sido una gran vergüenza para ella y un dolor de cabeza para mi obispo. Como podrá ver el lector, mi abuela Ana Delia tampoco se había equivocado en ello.
Pudiera fácilmente escribir una obra extensa acerca de la vida de ese ser tan especial y ejemplar como lo fue mi Abuela Paterna, “Mama”que era como nos referíamos a ella, dejando el termino “mamacita” para mi madre biológica, la madre mas joven, la nunca olvidada y portadora de un espíritu limpio: Doña Amalia del Carmen Fuenmayor Urdaneta, acompañando a ese dúo, mi tercera Madre a la que decíamos:”Tiíta” la siempre bondadosa: Doña Edicta Rosa González Rubio. Soy un privilegiado: tuve tres Madres y una cuarta que vela por siempre por nosotros: Nuestra Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. En mi mente, cual corceles disparados e impulsados con velocidades inusuales, en un continuo correr, vagan mis pensamientos hermosos, sobre esa vida , que al lado de mi abuela Ana Delia, y que el Señor Jesucristo me dio, lo mismo que la oportunidad de disfrutar y de asumir una fase de enseñanza, de aprendizaje, pero también de mucho amor. Por lo extenso de estas reflexiones, que cuanto más largas sean, advienen la molestia para el lector, de leerlas en su totalidad, lo cual me obliga a publicar una segunda versión y tal vez una tercera parte, sobre la vida, el ejemplo, el tesón y la resistencia de una mujer que habiendo quedado viuda a los 37 años de edad, no buscó a ningún otro hombre para sustituir la figura paterna fallecida, de mi abuelo: Don Luis González lo cual le forzó a llevar una vida de abstinencia, de mucho trabajo, y de mucha inconsecuencia y poca ayuda de quienes tuvieron la oportunidad de hacerlo y no lo hicieron. Es así que mi padre , mi tiíta,y mis tíos se vieron en la triste situación de abordar e invadir la calle, vendiendo los productos caseros que elaboraba mi abuela , para poder subsistir y mantener la honradez, la decencia y el honor que solamente el trabajo concede. Son muchísimas las anécdotas en la que participé y aún recuerdo, a “mama”esa gran matrona Ana Delia Rubio Rincón viuda de González, que para adelantarles algo, la vida, la Providencia y Dios, me permitieron ser su acompañante al lado del lugar donde ella dormía y hacía sus siestas. Ya comprenderán amigos lectores, cuántas cosas me contó, pues como un libro abierto me mostró todas sus páginas, independientemente de la calificación positiva o negativa que tuviera esa información. Y es por eso que hoy, después de haber partido al cielo un 11 de agosto de 1987, todavía le rezo todos los días a su alma, con la seguridad de que está viviendo una resurrección anticipada con el Señor Dios, lo mismo que a mis otras dos madres: Doña Amalia del Carmen Fuenmayor Urdaneta (mamacita)y Doña Edicta Rosa González Rubio(tiíta).
Tuve la gran oportunidad y responsabilidad de que a la muerte mama, mi Abuela: Doña Ana Delia, su fallecimiento ocurrió en mis brazos, y ayudándole a rezar, primeramente El Padre Nuestro y luego El Avemaría, para que con la última frase de esta oración, se fuera de este mundo, de manera tranquila, en paz y en su rostro la sonrisa que genera el deber cumplido. Dios te bendiga mamá, doña Ana Delia Rubio Rincón viuda de González. En cada una de mis clases en el pregrado o en el posgrado de la universidad, en los seminarios, talleres, conferencias, charlas, en mi vida cotidiana, en mi relación con los demás, siempre estás presente en mi mente, en mis convicciones, en mi alma, en mi espíritu, y calladamente digo: Gracias mama porque me enseñaste tantas cosas buenas, las que me han permitido mantenerme al margen de los antivalores que hoy carcomen esta inmoral, confusa, degradada, injusta y, malograda sociedad decadente. Continuaremos, con el favor de Dios y la Virgen Santísima, en la segunda parte, la cual publicaremos, en el tiempo que Dios nos lo permita. Gracias a todos por recibir y leer este pequeño pero sentido testimonio
IMAGEN UNO: DOÑA ANA DELIA RUBIO RINCON VIUDA DE GONZÁLEZ.
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Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado:
GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia? Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en:
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FORMA Y REQUISITOS EN LA CITA DE ARTICULOS, NOTAS, REFLEXIONES AUTORÍA DE MEGF. REDACTADA EL 01 DICIEMBRE DE 2009.
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