jueves, febrero 14, 2008

PEDIR LA BENDICIÓN ES UNA RALLA por Prof. Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor

“PEDIR LA BENDICIÓN ES UNA RALLA"....
Por: Prof. Mervy Enrique González Fuenmayor
Jueves 14 de Febrero de 2008, 10 y 40 p.m.
Maracaibo-Estado Zulia. República de Venezuela-América del Sur
* Rallar :2. tr. color. Molestar, fastidiar con importunidad y pesadez
Nuevamente salgo de mi silencio para compartir con mis amables lectores una situación que aunque se repite de manera constante, la mayor parte de nosotros o no reparamos en ella o simplemente como suelen repetir los jóvenes de hoy, nos hacemos los "Willis". Para los que no conocen este último término, he de afirmar que Willis o hacerse el Willis traduce en hacerse el " musiú y hacerse musiú implica fingir ignorancia, desconocimiento o falta de percepción respecto de algún hecho, circunstancia o situación. En otras palabras mirar para otro lado cuando sabemos que está ocurriendo algún hecho, tal vez porque su conocimiento nos traerá problemas o la obligación de fijar una posición o calificación de ese hecho, o en el mejor de los casos tener que servir de testigo de la ocurrencia del mismo o dar explicaciones de aquel, lo cual supondría para nosotros situaciones desagradables, las cuales siempre evitamos confrontar
Una de esas situaciones se relaciona con una costumbre que se practica en estos pueblos de Latinoamérica y en algunos de Europa, que es aquella de pedir o solicitar la bendición de nuestros padres, abuelos, tios, padrinos y madrinas, sacerdotes, obispos y todos aquellos vinculados con nuestra profesión de fe según la doctrina de la santa iglesia católica o del libro que contiene las conductas y facultades de otras sectas. Ahora es necesario que indaguemos ab initio, el origen y definición o significado del vocablo bendición. Pasemos entonces revista:
bendición.
(Del lat. benedictĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de bendecir.
2. f. pl. bendiciones nupciales.
~ episcopal, o ~ pontifical.
1. f. La que en días solemnes dan el Papa, los obispos y otros prelados, haciendo tres veces la señal de la cruz mientras se nombran las tres personas de la Trinidad.
bendiciones nupciales.
1. f. pl. Ceremonias con que se celebra el sacramento del matrimonio.
echar la ~.
1. loc. verb. coloq. Levantar mano en algún negocio, no querer ya mezclarse en él.
2. loc. verb. coloq. Renunciar a toda relación con alguien.
hacerse con ~ algo.
1. loc. verb. Hacerse con acierto y felicidad.
ser algo ~ de Dios, o una ~.
1. locs. verbs. coloqs. Ser muy abundante, o muy excelente, o muy digno de admirar.
Estos significados han sido extraídos del diccionario de la Real Academia de la lengua española ( D.R.A.E. vigésima segunda edición.
Aproximación a los orígenes del hecho de pedir la bendición .
Sobre el hecho de pedir la bendición existen variadas y múltiples historias incluso hasta leyendas, tanto de la literatura coloquial, así como la de orden religioso, teológico e histórico, me permitiré señalar en algunos párrafos, los cuales he tratado de resumir en el menor número posible, para evitar el cansancio y el fastidio por parte del lector; los antecedentes y orígenes de esta costumbre o tradición:
Algunas teorías sobre el origen de la bendición:
“ Mas allá de una coincidencia, lo cierto es que la costumbre de pedir asistencia divina surgió a raíz de antiguas creencias que relacionaban al estornudo con alguna calamidad o espíritu maligno.
Durante la Edad Media, por ejemplo, se tenía la certeza de que al estornudar, el diablo intentaba meterse al cuerpo del que estornudaba a través de la boca. El implorar por la ayuda de Dios, entonces, ahuyentaba al demonio y evitaba que esto sucediera.
Otros creían que el estornudo en sí era señal de que un espíritu malévolo era expulsado del cuerpo. Ellos estaban convencidos de que al rogar por la bendición de esa persona, se evitaba que el espíritu regresara y continuara atormentando a su víctima.
Mientras tanto, algunos afirmaban que al estornudar, el alma salía del cuerpo momentáneamente.
El acto de pedir por la intercesión de Dios en ese momento permitía que el alma fuese protegida a pesar de su vulnerabilidad mientras recuperaba su sitio corporal, impidiendo que el diablo pudiese arrebatársela a su dueño y apoderarse de ella para siempre.
Sin embargo, muchos atribuyen la utilización de esta expresión al Papa Gregorio I, quien a partir del año 590, convenció a los fieles a pedir por una bendición inmediatamente después de escuchar a alguien estornudar. Esto se debía a que el estornudo era uno de los síntomas de la peste bubónica, la mortífera plaga que afligiera a la población europea durante el siglo VI.
En aquella época, decir "Que Dios te bendiga" servía como plegaria para evitar que la persona fuese infectada por este terrible mal. De ahí surgiría la costumbre de decir "¡Jesús!" en nuestros países de habla hispana y sobre todo en España.”( disponible en LaPalmainteractivo.com )
Del párrafo anterior deriva nuestra afirmación de señalar que la bendición se originó en el campo religioso y eclesial. Esto es una práctica, costumbre o tradición íntimamente vinculada con nuestras creencias en Dios o en algún ser superior capaz de darnos la vida, la salud, la prosperidad, el éxito, lo mismo que de no tener su apoyo y bendición generaría todo lo contrario a los beneficios, ventajas, bienestar y comodidad que se ha señalado anteriormente. De manera que la bendición, tal como ha quedado escrito es “ bien decir” , “ desear bien” , “decir bien “, “manifestar bien”, lo que en definitiva nos lleva a creer que la bendición siempre es favorable, benéfica, útil y vinculada como ya he repetido hasta el cansancio, con la divinidad, con la deidad, con Dios o con nuestro creador.



Produce una sensación de tristeza, melancolía y hasta de desaprobación, la situación que en mi caso particular me ha tocado vivir, sobre todo con personas muy allegadas a mi entorno, a mi familia, a mis amistades y otras que poco lo son. Esta situación se relaciona con el hecho de haber presenciado la siguiente escena: " una persona adulta se dirige a un joven en el sentido de decirle que ni siquiera le ha pedido la bendición a pesar de ser su padre; a lo que el joven replica con cierta sorna y/o burla: " estás loco, cómo crees que te voy a pedir la bendición... acaso pretendes que me ralle... " . Les confieso que la sensación que antes anoté se ha quedado corta en otras ocasiones, ya que además del irrespeto de los hijos, sobrinos, nietos, ahijados o todos aquellos que moralmente, tradicionalmente, consuetudinariamente, bíblicamente estamos obligados a solicitar o pedir la bendición a nuestros padres, abuelos, tíos, padrinos exceder etc., tal situación se traduce en la pérdida del valor respeto que necesariamente debe guiar a cualquier persona desde el momento de su nacimiento. Ahora, no es que por el simple hecho de que no se pida la bendición, desde ese hipotético pueda colegirse la pérdida del valor respeto, lo que trato de afirmar es que : la circunstancia de haber abandonado esa práctica desdice en mucho de las relaciones entre padres e hijos, abuelos y nietos, tíos sobrinos, padrinos y ahijados etc. y muestra---- por qué no decirlo----- cierto grado de descomposición o al menos de debilitamiento de la estructura familiar y con ello las posibilidades reales de las conductas y actitudes y respetuosas características de la juventud actual y a veces de los adultos formados sin la práctica de pedir la bendición. La bendición per sé, implica una especie de jerarquización en el trato entre adultos y los que no lo son, y cuando estos últimos adquieren la adultez continuarán respetando esa jerarquía, jerarquía que no debe entenderse como categoría de superioridad frente al que solicita o pide la bendición, si no más bien, como una manifestación de respeto , atención y disposición para escuchar el consejo, la palabra oportuna y la orientación de quienes por el solo hecho de haber vivido más que nosotros, hace presumir ---- aunque muchos casos esta presunción se caiga, pues de otro modo no existirían viejos delincuentes, viejos inmorales, viejas verdes, viejas prostitutas, viejos estafadores, viejas drogadictas, viejos traficantes, viejos o viejas alcohólicas etc.---- un grado de experiencia mayor y en consecuencia la capacidad de poder ver no solamente el árbol sino también el bosque. Por cierto que recomiendo la lectura del artículo: " Ser viejo, no significa ser virtuoso ", el cual puede verse en el cuaderno de bitácora de mi discípulo dilecto, abogado y joven hábil con la pluma---- en este caso con el teclado---- Alejandro René Morales Loaiza, en el cual analiza con mayor profundidad el tema de la vejez y el virtuosismo.

Prometiendo a los lectores presentadores a su consideración un artículo sobre este mismo tema, pero cargado de mayor profundidad en su abordaje religioso, teológico y filosófico, finalizo estas sencillas reflexiones llamándole la atención a los padres y a todos los que tienen responsabilidades familiares para que no permitan que está práctica de pedir la bendición se pierda para siempre, pues la consecuencia como ya que he explicado es fatal. No caiga usted amigo y amiga lectora en esa falacia, moda o pseuda actitud que hoy venden los materialistas, los consumistas y los enemigos de Dios cuando pretenden aconsejarles a los padres, abuelos tíos y a quienes conducen una familia, que no es importante y que no tiene efectos la negación de a quien corresponda pedir la bendición. Ello no es cierto, basta con que tú te preguntes en éste momento, si vives en carne propia esta situación, si realmente no ha contribuido la circunstancia de que tu hijo o hija, nieto o nieta, ahijado o ahijada no te pida la bendición ; en la conducta irrespetuosa, la poca docilidad, la altanería y las perturbadas relaciones interpersonales de ese hijo en el mundo que le circunda. Además debe inculcársele a los muchachos lo beneficioso, útil, positivo que la conducta y expresión de bendecir produce en quien la recibe. Dios quiera y la virgen madre María permitan que estas observaciones puedan servir de utilidad en todas las familias del mundo. Si así fuera, el Señor me habrá brindado una gran y hermosa alegría y satisfacción. Amén y amén....

No hay comentarios: