LA NOTA CORTA.-“PENSAR DE UNA MANERA Y ACTUAR DE OTRA”.

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IMAGEN DOS: PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR...

“LAS SOCIEDADES CIVILES O MERCANTILES SOLAMENTE REQUIEREN DE DOS PARA SU CREACIÓN O CONSTITITUCIÓN”.MEGF. 22 DE AMYO DE 2011.

LA NOTA CORTA.-“PENSAR DE UNA MANERA Y ACTUAR DE OTRA”.
POR PROF.DR.MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.www.mervyster@gmail.com
MARACAIBO-ESTADO ZULIA-REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: DOMINGO 22 DE MAYO DE 2011.


Quizás nos parezcan temas triviales, superficiales y poco profundos, sin embargo la manera como actuamos y su adecuación a nuestras formas de pensar, nuestros principios, creencias y filosofía de vida, son aspectos determinantes, no sólo en la esfera particular de cada uno de los individuos que integran la sociedad, si no que este aspecto se proyecta a realidades mayormente trascendentes, al punto que pueden originar, y de hecho lo hacen, transformaciones profundas en la humanidad, en su cosmovisión, en sus valores predominantes y en la calidad, naturaleza y valor de las personas, seres humanos e individuos que integran la raza humana, la sociedad civilizada y la humanidad. Me atrevería a afirmar, que este asunto de actuar de manera autentica, integra, honrada y apegada a los valores más excelsos, sublimes y trascendentes del ser, constituye una de las claves, mecanismos, instrumentos y formas para lograr una mejor humanidad, una sociedad más vinculada con la problemática que sufren la mayor parte de sus integrantes, tales como la pobreza, la falta de educación, la transgresión a la moral, a la justicia, la verdad a la reciprocidad y a la carencia de querer, tratar y obrar, atendiendo a la solución de esos problemas, mediante, precisamente un benévolo comportamiento y unos patrones de conducta que real y efectivamente proyecten ,que reflejen nuestros valores y principios, en otras palabras, actuar conforme a nuestros principios y valores. Esta actitud no es sencilla, no es fácil y le cuesta muchísimo al ser humano ponerla en práctica. Ello sucede porque las necesidades económicas, sociales, de orden familiar, morales, culturales, académicas y de cualquier otra especie, las colocamos por encima del bien común, de la solidaridad, de la ayuda al prójimo y de las iniciativas que tiendan al logro de los verdaderos bienes que edifican y dignifican al hombre, el trabajo, la buena disposición para la práctica del bien, la creencia y fe en un ser supremo, desechando la arrogancia, la autosuficiencia y la prepotencia de nuestra vida y que tanto daño le han hecho a la humanidad y al ser humano en particular, toda vez que piensa y cree que todo lo puede y que puede darse "el lujo" de rechazar a su Creador, a Dios, como regente, asesor, dueño y protector de toda su vida. Hay de aquel que en medio de su "borrachera de poder y prepotencia" pretenda sustituir al poder e inteligencia omnimoda de nuestro Dios y Padre Creador. Está equivocado quién piensa que su capacidad, su sapiencia, su conocimiento, es más grande, poderoso e infinito que el de Dios. No estoy diciendo, que nosotros no tengamos la obligación de esforzamos para lograr nuestras metas, que dejemos de soñar y de crear nuestros proyectos, nuestros objetivos y propósitos y que desarrollemos nuestra tarea para lograrlos. Pero todos estos emprendimientos deben estar ajustados y conformes al bien común, al bien de la humanidad, a mejorar las condiciones de aquellos que nunca han tenido nada o que no tienen lo necesario para subsistir. Es decir nuestras inquietudes y nuestros esfuerzos deben ir orientados a mejorar y a transformarnos de manera positiva en nuestra menta y en nuestra vida en particular. De otro modo, en la medida en que nosotros tengamos beneficios por muestra actividad, esos beneficios debemos procurar que se proyecten y desplacen hacia lo demás, para ser de este mundo, un mundo más humano, más justo y más cristiano. Finalizando estas reflexiones deseo compartir con mis lectores, lo que me ocurrió transitando de un lugar a otro en mi ciudad. Detuve con la señal de costumbre a un carrito o automóvil particular para qué me llevara al sitio que tenía previsto, es decir detuve eso que en otros países llaman un taxi, hiriendo como siempre de muerte nuestro idioma, ya que sabemos que la voz “taxi” es de origen inglés, sin embargo la utilizamos tan comúnmente, que el Diccionario de la Real Academia Española, tuvo que admitirla, en virtud de la tozudez de nuestros paisanos, al usarla y repetirla machaconamente. Pero volvamos a la anécdota. El chofer que manejaba tal vehículo, después de "darme las horas del día" entró en una franca conversación conmigo, abordando el tema de la creencia en Dios, de la fe, de la ayuda al prójimo, del actuar decentemente, de trabajar honradamente, de no excederse en el cobro de las actividades o servicios que cada uno de nosotros cumple e incluso reparó en los actos de especulación y corrupción en la que incurren la mayor parte de los comerciantes en la venta de sus mercaderías. A medida que el traslado se iba desarrollando, mi admiración, respeto y empatía con el conductor iba creciendo, me formé una imagen de un hombre trabajador, auténtico e integro en el pensar y del actuar, hasta ese momento. Esta valoración y calificación del referido sujeto, cayó tan pronto como llegué al sitio al cual me desplacé en el referido vehículo, pues al preguntarle al chofer sobre el valor del traslado y no obstante que existe una tarifa establecida entre distintos lugares de mi ciudad, el referido chofer estableció, después de agradecerme la empatía y la "enriquecedora y celestial conversación”, una cantidad de dinero como precio de su servicio, que excedía el doble de la tarifa pre-existente. Sin reclamar, pues creo que cada quien valora su trabajo en una dimensión justa, aunque ese chofer estuviese violando una norma legal local, que establecía una tarifa predeterminada, me bajé del vehículo, no sin antes expresarle lo siguiente: "Gracias señor, muchas gracias por su servicio, gracias por la enriquecedora conversación que me permitió tener con usted y además por aprender que "DEL DICHO AL HECHO HAY MUCHO TRECHO". Eso ocurrió hace un par de días y me confieso con el lector, en el sentido, de que me vino dando vueltas ese asunto de hablar de una manera y actuar de otra. Con esta actitud, no se llega a puertos seguros mucho menos caracterizados por el amor, la justicia, la verdad, el recto proceder, la bondad, la reciprocidad, el cumplimiento de la palabra de Dios y mucho menos la misericordia, la piedad, la moral y el amor por Dios y por nuestro prójimo. Quedan estas reflexiones como algunas consideraciones que bien valdría tener en cuenta, cuando en la cotidianeidad nos toque actuar, obrar y trabajar. No se debe olvidar nunca que la honradez, la decencia, el buen comportamiento, la solidaridad, la justicia, la verdad, la moralidad, la reciprocidad y la misericordia, en compañía de una fe sólida en Dios, son elementos indispensables en nuestro patrimonio ético y moral para poder orientar nuestra vida por senderos de verdadera cristiandad, de verdadera sociabilidad y de una gran disposición para querer transformar la sociedad, eliminando los vicios que en ella existe, pero recordando de manera relevante, que eso vicios conviven con nosotros, por lo que debemos desterrarlos de nuestro corazón, transformándonos como dice San Pablo en una de sus cartas, porque no habrá transformación social ni exterior, sin que antes nosotros no nos hallamos transformado. “Transformaos por la renovación de vuestra mente" es una palabra que me gusta recordar, cuando me tropiezo con una persona, como el chofer del anécdota que he referido. Finalmente los exhorto y me exhortó a obrar conforme a nuestros principios y no andar como un hipócrita blandiendo un discurso que es totalmente contrario a la manera y forma en la que obremos. Es preciso cultivar y enriquecernos con los valores que la enseñanza de Jesucristo nos dejo. Qué difícil es ser auténtico e integro, pero no es imposible serlo. Basta una fe sólida y una buena disposición para cumplir las enseñanzas y palabra de Dios, poniéndolas en práctica en cada uno de los actos y procurando actuar como un verdadero testigo de Jesucristo.






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“LAS SOCIEDADES CIVILES O MERCANTILES SOLAMENTE REQUIEREN DE DOS PARA SU CREACIÓN O CONSTITITUCIÓN”.MEGF. 22 DE AMYO DE 2011.




Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado:
GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia? Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en: )
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