OSCAR
ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR. AÑO 1980. FIESTA 24 DE MARZO. LA NOTA
CORTA.- POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com
.MARACAIBO. ESTADO ZULIA. VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.REDACTADA Y PUBLICADA EN
LA RED: MARTES 24 DE MARZO DE 2015.
IMAGEN UNO: OSCAR ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR. AÑO 1980. FIESTA 24 DE MARZO.
IMAGEN DOS: PROF. DR.
MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR…
“CUANDO SE
DIFUNDEN NUEVE LAS ENSEÑANZAS DE JESUCRISTO Y SE DEFIENDEN LOS INTERESES DE LOS
MÁS DESPROTEGIDOS, SE CORRE EL RIESGO DE PERDER LA VIDA” PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR (MEGF) MARTES
24 DE MARZO DE 2015.
LA NOTA
CORTA.-“OSCAR ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR”. AÑO 1980.
FIESTA 24 DE MARZO.
POR: PROF. DR.
MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com
.
MARACAIBO.
ESTADO ZULIA. VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y
PUBLICADA EN LA RED: MARTES 24 DE MARZO DE 2015.
Arzobispo y
mártir
Martirologio
Romano: En San
Salvador, República de El Salvador, Beato Oscar Romero, Arzobispo y defensor de
los pobres, asesinado por odio a la fe (†
1980).
Fecha de
beatificación: 23 de mayo
de 2015(sic), durante el pontificado de S.S. Francisco
Oscar
Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, República
de El Salvador, el 15 de agosto de 1917, día de la Asunción de la Virgen María.
Su familia era humilde y con un tipo modesto de vida. Desde pequeño, Oscar fue
conocido por su carácter tímido y reservado, su amor a lo sencillo y su interés
por las comunicaciones. A muy temprana edad sufrió una grave enfermedad que le
afectó notablemente en su salud.
En
el transcurso de su infancia, en ocasión de una ordenación sacerdotal a la que
asistió, Oscar habló con el padre que acompañaba al recién ordenado y le
manifestó sus grandes deseos de hacerse sacerdote. Su deseo se convirtió en una
realidad, ingresó al Seminario Menor de San Miguel y a pesar de las desavenencias
económicas que pasaba la familia para mantenerlo en el seminario, Oscar avanzó
en su idea de entregar su vida al servicio de Dios y del pueblo.
Estudió
con los padres Claretianos en el Seminario Menor de San Miguel desde 1931 y
posteriormente con los padres Jesuitas en el Seminario San José de la Montaña
hasta 1937. En el tiempo que estalló la II Guerra Mundial, fue elegido para ir
a estudiar a Roma y completar su formación sacerdotal y seguramente su elección
se debió a la integridad espiritual e inteligencia académica manifestada en el
seminario.
Fue
ordenado sacerdote a la edad de 25 años en Roma, el 4 de abril de 1942.
Continuó estudiando en Roma para completar su tesis de Teología sobre los temas
de ascética y mística, pero debido a la guerra, tuvo que regresar a El Salvador
y abandonar la tesis que estaba a punto de concluir.
Regresó
al país en agosto de 1943. Su primera parroquia fue Anamorós en el departamento
de La Unión. Pero poco tiempo después fue llamado a San Miguel donde realizó su
labor pastoral durante aproximadamente veinte años.
El
padre Romero era un sacerdote sumamente caritativo y entregado. No aceptaba
obsequios que no necesitara para su vida personal. Ejemplo de ello fue la
cómoda cama que un grupo de señoras le regaló en una ocasión, la cual regaló y
continuó ocupando la sencilla cama que tenía.
Dada
su amplia labor sacerdotal fue elegido Secretario de la Conferencia Episcopal
de El Salvador y ocupó el mismo cargo en el Secretariado Episcopal de América
Central.
El
25 de abril de 1970, la Iglesia lo llamó a proseguir su camino pastoral
elevándolo al ministerio episcopal como Obispo Auxiliar de San Salvador, que
tenía al ilustre Mons. Luis Chávez y González como Arzobispo y como Auxiliar a
Mons. Arturo Rivera Damas. Con ellos compartiría su desafío pastoral y en el
día de su ordenación episcopal dejaba claro el lema de toda su vida: "Sentir con la Iglesia".
Esos
años como Auxiliar fueron muy difíciles para Monseñor Romero. No se adaptaba a
algunas líneas pastorales que se impulsaban en la Arquidiócesis y además lo
aturdía el difícil ambiente que se respiraba en la capital. También fue
nombrado director del semanario Orientación, y le dio al periódico un giro
notablemente clerical. Este "giro" le fue muy criticado por algunos
sectores dentro de la misma Iglesia, considerándolo un "periódico sin
opinión".
En
El Salvador la situación de violencia avanzaba, con ello la Iglesia se
edificaba en contra de esa situación de dolor, por tal motivo la persecución a
la Iglesia en todos sus sentidos comenzó a cobrar vida.
Luego
de muchos conflictos en la Arquidiócesis, la sede vacante de la Diócesis de
Santiago de María fue su nuevo camino. El 15 de octubre de 1974 fue nombrado
obispo de esa Diócesis y el 14 de diciembre tomó posesión de la misma. Monseñor
Romero se hizo cargo de la Diócesis más joven de El Salvador en ese tiempo.
En
junio de 1975 se produjo el suceso de "Las Tres Calles", donde un
grupo de campesinos que regresaban de un acto litúrgico fue asesinado sin
compasión alguna, incluso a criaturas inocentes.
El
informe oficial hablaba de supuestos subversivos que estaban armados; las
"armas" no eran más que las biblias que los campesinos portaban bajos
sus brazos. En ese momento, los sacerdotes de la Diócesis, sobre todos los
jóvenes, pidieron a Monseñor Romero que hiciera una denuncia pública sobre el
hecho y que acusara a las autoridades militares del siniestro, Mons. Romero no
había comprendido que detrás de las autoridades civiles y militares, detrás del
mismo Presidente de la República, Arturo Armando Molina que era su amigo
personal, había una estructura de terror, que eliminaba de su paso a todo lo
que pareciera atentar los intereses de "la patria" que no eran más
que los intereses de los sectores pudientes de la nación. Mons. Romero creía
ilusamente en el Gobierno, éste era su grave error. Poco a poco comenzó a
enfrentarse a la dura realidad de la injusticia social.
Los
amigos ricos que tenía eran los mismos que negaban un salario justo a los
campesinos; esto le empezó a incomodar, la situación de miseria estaba llegando
muy lejos como para quedarse esperando a una solución de los demás. La
situación se agudizó y las relaciones entre el pueblo y el gobierno se fueron
agrietando.
En
medio de ese ambiente de injusticia, violencia y temor, Mons. Romero fue
nombrado Arzobispo de San Salvador el 3 de febrero de 1977 y tomó posesión el
22 del mismo mes, en una ceremonia muy sencilla. Tenía 59 años de edad y su
nombramiento fue para muchos una gran sorpresa, el seguro candidato a la
Arquidiócesis era el auxiliar por más de dieciocho años en la misma, Mons.
Arturo Rivera Damas: "la lógica de
Dios desconcierta a los hombres".
El
12 de marzo de 1977, se dió la triste noticia del asesinato del padre Rutilio
Grande, un sacerdote amplio, consciente, activo y sobre todo comprometido con
la fe de su pueblo. La muerte de un amigo duele, Rutilio fue un buen amigo para
Monseñor Romero y su muerte le dolió mucho: "un mártir dio vida a otro
mártir".
Su
opción comenzó a dar frutos en la Arquidiócesis, el clero se unió en torno al
Arzobispo, los fieles sintieron el llamado y la protección de una Iglesia que
les pertenecía, la "fe" de los hombres se volvió en el arma que
desafiaría las cobardes armas del terror. La situación se complicó cada vez
más. Un nuevo fraude electoral impuso al general Carlos Humberto Romero para la
Presidencia. Una protesta generalizada se dejó escuchar en todo el ambiente.
En
el transcurso de su ministerio Arzobispal, Mons. Romero se convirtió en un
implacable protector de la dignidad de los seres humanos, sobre todo de los más
desposeídos; esto lo llevaba a emprender una actitud de denuncia contra la
violencia, y sobre todo a enfrentar cara a cara a los regímenes del mal.
Sus
homilías se convirtieron en una cita obligatoria de todo el país cada domingo.
Desde el púlpito iluminaba a la luz del Evangelio los acontecimientos del país
y ofrecía rayos de esperanza para cambiar esa estructura de terror.
Los
primeros conflictos de Monseñor Romero surgieron a raíz de las marcadas
oposiciones que su pastoral encontraba en los sectores económicamente poderosos
del país y unido a ellos, toda la estructura gubernamental que alimentaba esa
institucionalidad de la violencia en la sociedad salvadoreña, sumado a ello, el
descontento de las nacientes organizaciones político-militares de izquierda,
quienes fueron duramente criticados por Mons. Romero en varias ocasiones por
sus actitudes de idolatrización y su empeño en conducir al país hacia una
revolución.
A
raíz de su actitud de denuncia, Mons. Romero comenzó a sufrir una campaña
extremadamente agobiante contra su ministerio arzobispal, su opción pastoral y
su personalidad misma, cotidianamente eran publicados en los periódicos más
importante, editoriales, campos pagados, anónimos, etc., donde se insultaba,
calumniaba, y más seriamente se amenazaba la integridad física de Mons. Romero.
La "Iglesia Perseguida en El Salvador" se convirtió en signo de vida
y martirio en el pueblo de Dios.
Este
calvario que recorría la Iglesia ya había dejado rasgos en la misma, luego del
asesinato del padre Rutilio Grande, se sucedieron otros asesinatos más. Fueron
asesinados los sacerdotes Alfonso Navarro y su amiguito Luisito Torres, luego
fue asesinado el padre Ernesto Barrera, posteriormente fue asesinado, en un
centro de retiros, el padre Octavio Ortiz y cuatro jóvenes más. Por último
fueron asesinados los padres Rafael Palacios y Alirio Napoleón Macias. La
Iglesia sintió en carne propia el odio irascible de la violencia que se había
desatado en el país.
Resultaba
difícil entender en el ambiente salvadoreño que un hombre tan sencillo y tan
tímido como Mons. Romero se convirtiera en un "implacable" defensor
de la dignidad humana y que su imagen traspasara las fronteras nacionales por
el hecho de ser: "voz de los sin voz". Muchas de los sectores
poderosos y algunos obispos y sacerdotes se encargaron de manchar su nombre,
incluso llegando hasta los oídos de las autoridades de Roma. Mons. Romero
sufrió mucho esta situación, le dolía la indiferencia o la traición de alguna
persona en contra de él. Ya a finales de 1979 Monseñor Romero sabía el
inminente peligro que acechaba contra su vida y en muchas ocasiones hizo
referencia de ello consciente del temor humano, pero más consciente del temor a
Dios a no obedecer la voz que suplicaba interceder por aquellos que no tenían
nada más que su fe en Dios: los pobres.
Uno
de los hechos que comprobó el inminente peligro que acechaba sobre la vida de
Mons. Romero fue el frustrado atentado dinamitero en la Basílica del Sagrado
Corazón de Jesús, en febrero de 1980, el cual hubiera acabado con la vida de
Monseñor Romero y de muchos fieles que se encontraban en el recinto de dicha
Basílica.
El
domingo 23 de marzo de 1980 Mons. Romero pronunció su última homilía, la cual
fue considerada por algunos como su sentencia de muerte debido a la dureza de
su denuncia: "en nombre de Dios y
de este pueblo sufrido... les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios,
CESE LA REPRESION".
Ese
24 de marzo de 1980 Monseñor Oscar Arnulfo Romero Galdámez fue asesinado de un
certero disparo, aproximadamente a las 6:25 p.m. mientras oficiaba la
Eucaristía en la Capilla del Hospital La Divina Providencia, exactamente al
momento de preparar la mesa para recibir el Cuerpo de Jesús. Fue enterrado el
30 de marzo y sus funerales fueron una manifestación popular de compañía, sus
queridos campesinos, las viejecitas de los cantones, los obreros de la ciudad,
algunas familias adineradas que también lo querían, estaban frente a la
catedral para darle el último adiós, prometiéndole que nunca lo iban a olvidar.
Raramente el pueblo se reúne para darle el adiós a alguien, pero él era su
padre, quien los cuidaba, quien los quería, todos querían verlo por última vez.
Tres
años de fructífera labor arzobispal habían terminado, pero una eternidad de fe,
fortaleza y confianza en un hombre bueno como lo fue Mons. Romero habían
comenzado, el símbolo de la unidad de los pobres y la defensa de la vida en
medio de una situación de dolor había nacido.
En
1994 su sucesor en la archidiócesis de San Salvador, Mons Arturo Rivera y
Damas, inició su proceso de beatificación. En el año 2000 la Congregación para
la Doctrina de la Fe comenzó el estudio de todos los discursos de Romero. En
2005 el postulador de la causa, el obispo italiano Vincenzo Paglia, aseguró
públicamente que “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la
Iglesia, del Evangelio y de los pobres”.
La
mañana del 3 de febrero de 2015, S.S. el Papa Francisco recibió en audiencia al
cardenal Angelo Amato S.D.B, Prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos y autorizó a ese dicasterio a promulgar, entre otros, el decreto de
martirio del Siervo de Dios Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, arzobispo de San
Salvador (El Salvador), reconociendo así, de manera oficial que su asesinato
fue por odio a la fe. (OSCAR ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR. AÑO 1980. FIESTA 24 DE MARZO. FUENTE:
OFICINA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN (www.romeroes.com).
TOMADO DEL SITIO CATHOLIC. NET.LA NOTA CORTA.- POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE
GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED MARTES 24 DE MARZO DE2015.IMG.B.MEGF.)
OSCAR ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR. AÑO 1980. FIESTA 24 DE MARZO. LA NOTA CORTA.- POR: PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. mervyster@gmail.com .MARACAIBO. ESTADO ZULIA. VENEZUELA. AMÉRICA DEL SUR.REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: MARTES 24 DE MARZO DE 2015.
IMAGEN UNO: OSCAR ROMERO, BEATO. ARZOBISPO Y MÁRTIR. AÑO 1980. FIESTA 24 DE MARZO.
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MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR…
Para citar este artículo: si se tratase del caso
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GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del
Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia? Maracaibo,
Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en: )
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