lunes, diciembre 22, 2008

LA NOTA CORTA. " ¿ NAVIDAD : NACIMIENTO DE JESUS O NOCHES DE RUMBA ? " .









LA NOTA CORTA." ¿NAVIDAD: NACIMIENTO DE JESUS O NOCHES DE RUMBA? ".
POR PROF. DR.MERVY ENRIQUE GONZALEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA .AMÉRICA DEL SUR.
TRASLADO A LA RED LUNES 22 DICIEMBRE DE 2008


LUNES, DICIEMBRE 22, 2008

Apenas a sólo dos días del 24 de diciembre 2008, fecha en la cual celebraremos una vez más el nacimiento del niño Jesús, el enviado, el mesías, el hijo de Dios; en virtud de las diversas comunicaciones que recibido para abordar este tema, el tema de la Navidad, su celebración y el ideal que debe orientar los actos que la rodean, decidí reimprimir lo que en el año 1997 para estas fechas escribí sobre el hecho más grande sea conmovido en la humanidad durante todos sus tiempos: el nacimiento de nuestro redentor, puente entre Dios padre y nosotros. No obstante he agregado algunas notas y opiniones de terceros con el propósito de enriquecer el artículo en cuestión. Además los lectores podrán haberse dado cuenta que el título del presente artículo lo he modificado para llamarlo: " ¿ LA NAVIDAD: NACIMIENTO DE JESÚS O NOCHES DE RUMBA?". Con el respeto que me merecen los practicantes de otras denominaciones confesionales, me permitiré indicar porque nosotros los católicos cristianos celebramos la Navidad y las razones por las cuales están equivocados los ejercen ciegamente las sectas que hoy se han multiplicado en el globo terráqueo y que distan abismalmente de las verdaderas enseñanzas contenidas en la santa Biblia, difundidas otras por el propio Jesucristo, los profetas y la doctrina social de la Iglesia Católica. Sometemos entonces ha opuesto a consideración lo dicho, además que solicitando vuestra aquiescencia, me permítí reimprimir el artículo de la autoría escrito en diciembre 2007 y que intítulé : ¿CELEBRAR LA NAVIDAD O VIVIR LA NAVIDAD?". Esta cita es necesaria a los efectos de poder concatenar y confrontar su contenido con las opiniones que se señalan, pertenecientes a otros investigadores. Veamos entonces y analicemos con suficiente calma los argumentos de estas reflexiones:
El diciembre 2007
¿ CELEBRAR LA NAVIDAD O VIVIR LA NAVIDAD ?
¿CELEBRAR LA NAVIDAD O VIVIR LA NAVIDAD?
Por Prof.Dr.Mervy Enrique González Fuenmayor.
Domingo 16 de Diciembre de 2007, 8 y 40 p. m.
República Bolivariana de Venezuela.America del Sur.
Maracaibo.Estado Zulia.
Vuelvo a expresar mis opiniones, no obstante la circunstancia vinculada a la situación por mi asumida, de no escribir especialmente para ciertas fechas , estaciones o "días" que las sociedades transforman en hitos e incluso los santifican o sacralizan, todo con el propósito de obtener algunas monedas. Pero salvando este escollo y preocupado por las nuevas "versiones" de la fiesta de la Natividad de nuestro Señor Jesús, me conmino a tratar de establecer el sentido real que debe atribuírsele a la Navidad. Excúsenme amigos y amigas a quienes les sustraigo su tiempo para leer estas reflexiones, sobre todo con la pretensión tan temeraria de explicar todo esté " barullo " que implica el tiempo de la Navidad o como incorrectamente la califican algunos: "tiempo de Navidades", cuando lo correcto gramatical y religiosamente hablando, es referirnos al nacimiento del Señor, como la Navidad. Ello es así, por cuanto la humanidad no celebra, ni festeja, ni vive diferentes nacimientos en diferentes lugares y en diferentes sociedades. El nacimiento del Mesías es uno solo y se produjo en un solo lugar, por lo tanto no es plausible referirnos a la Navidad en plural, es decir, como Navidades; he aquí nuestro primer error. Celebramos, festejamos, vivimos la Navidad y no las Navidades.
El título de este artículo está constituido por una interrogante relativa a la circunstancia devenida del hecho más importante de la humanidad, como lo es el nacimiento del Mesías, del niño Jesús, del hijo de Dios. Y la pregunta es válida, en tanto y en cuanto conozcamos la diferencia entre celebrar algún hecho, un acontecimiento y vivirlo. Veamos lo que gramaticalmente significan cada término:
Celebrar. (Del lat. celebrare). tr. Conmemorar, festejar una fecha, un acontecimiento. Celebramos el cumpleaños de Juan. || 2. Alabar, aplaudir algo. Celebro tu sabia decisión. Era u. también apl. a pers. || 3. Reverenciar, venerar solemnemente con culto público los misterios de la religión y la memoria de sus santos. || 4. Realizar un acto, una reunión, un espectáculo, etc. U. t. c. prnl. || 5. decir misa. U. t. c. intr.
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vivir1. (Del lat. vivere). intr. Tener vida. || 2. Durar con vida. || 3. Dicho de una cosa: durar. || 4. Pasar y mantener la vida. Francisco tiene con qué vivir. Vivo de mi trabajo. || 5. Habitar o morar en un lugar o país. U. t. c. tr. || 6. Obrar siguiendo algún tenor o modo en las acciones, en cuanto miran a la razón o a la ley. || 7. Mantenerse o durar en la fama o en la memoria después de muerto. || 8. Acomodarse a las circunstancias o aprovecharlas para lograr sus propias conveniencias. Enseñar a vivir. Saber vivir. || 9. Dicho de una cosa: Estar presente en la memoria, en la voluntad o en la consideración. || 10. Dicho de Dios: Estar en la memoria, en la voluntad o en la consideración y asistir particularmente a alguien con sus inspiraciones. || 11. Estar (? existir uno con cierta permanencia en un lugar o en un estado o condición). Vivir descuidado. Vivir ignorante de algo. || 12. tr. Sentir o experimentar la impresión producida por algún hecho o acaecimiento. Hemos vivido momentos de inquietud. Todas sus alegrías y sus penas fueron vividas por nosotros. || bueno es ~ para ver. expr. vivir para ver. || no dejar ~ a alguien. fr. coloq. Molestarlo, fastidiarlo. || no dejar ~ algo a alguien. fr. coloq. Ser motivo de remordimiento o inquietud. || ¿quién vive? expr. U. por el soldado que está de centinela para preguntar quién es el que llega o pasa. U. t. c. s. || viva. interj. U. para expresar alegría y aplauso. U. t. c. s. m. || viva quien vence. loc. interj. U. para explicar la disposición pronta del ánimo a seguir a quien está en prosperidad y a huir de quien está caído. || vive. interj. U. como juramento con algún nombre que lo expresa, o con alguna voz inventada para evitarlo. ¡Vive Dios! ¡Vive Cribas! || ~ alguien aprisa, o de prisa. frs. Trabajar demasiado, o gastar sin reparo la salud. || ~ para ver. expr. U. para manifestar la extrañeza que causa algo que no se esperaba de la persona de quien se habla, especialmente cuando es de mala correspondencia.
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De las transcripciones efectuadas, debo centrar mi atención, ab initio, en el término celebrar. Y en su significación, aunque pudiera en la eventualidad de una interpretación ligera, subsumir la acción de reverenciar y cumplir con culto publico algún misterio de la religión, esta manera interpretativa nos parece errátil. El argumento de esta aseveración es fácil encontrarlo, en virtud de que si bien es cierto, quien reverencia o cumple con culto publico alguna fiesta o misterio religioso, no garantiza su participación activa en el mismo. En otras palabras vivir con culto público una fiesta o misterio religioso, es diferente a celebrarlo. En este último caso, hipotéticamente hablando, podríamos estar en presencia de la mecanicidad o simplemente el cumplimiento del mandato contenido en la palabra de Dios de santificar las fiestas, sin que para algunos se traduzca en vivir esa fiesta o misterio que la escritura sagrada nos indica. No es lo mismo celebrar que vivir algo, una situación, una circunstancia o cualquier otro hecho sea social, político, económico, académico, religioso o de cualquier otra especie.
El lector avieso ya habrá comprendido que vivir se traduce en mezclar la emoción, el discernimiento, el sentido finalista de aquello que previamente nos conduce a una celebración. Vale decir que el celebrar es una categoría anterior al vivir. Quien celebra amigo y amiga, no necesariamente vive el momento que celebra. Como ser humano podría celebrar mi matrimonio y sin embargo no vivirlo. Podría celebrar el acontecimiento del nacimiento de un nuevo hijo de un pariente, amigo o congénere y sin embargo no vivir el momento. Otro ejemplo nos servirá para ilustrarnos: quien acude al bautizo de un hijo de un hermano, eventualmente celebrará ese acto , y si es el padrino de la criatura, podrá festejarlo, disfrutar de la fiesta, cumplir con el culto público de ir a la iglesia, aceptar el padrinazgo y asumir también las obligaciones que tal condición le impone. Pero ese padrino, hipotéticamente, también podría no vivir la función de padrino para la cual fue designado y aceptada espontáneamente. Tal y como lo señala el significado de la voz vivir, es " obrar siguiendo algún tenor o modo en las acciones, en cuanto miran a la razón o a la ley." O " Dicho de Dios: Estar en la memoria, en la voluntad o en la consideración y asistir particularmente a alguien con sus inspiraciones. En efecto para poder vivir se necesita primero celebrar. Quien celebra no vive necesariamente; pero quién vive---- tácitamente--- celebra. Quien vive el acto de casamiento con su pareja, implica necesariamente haberlo celebrado. La vivencia es la vinculación racional, emocional, espiritual y social con hechos, circunstancias, situaciones y etapas en las cuales participamos como actores o espectadores, pero siempre aún en este último caso, vinculados con esos hechos por la razón, por el espíritu, el alma, por el cerebro y por nuestra socialidad.
La Navidad es tiempo de celebración y de experimentación y vivencia de la trascendencia, significado, valor y proyección espiritual de un hecho que marcó y dividió la humanidad en dos etapas: la anterior a Jesús de Nazareth y la posterior a su nacimiento. Es el advenimiento del Mesías, del que había de venir, de el liberador, del Príncipe de la paz, del Rey de Reyes y Señor de Señores. A diferencia de lo que ocurre en nuestras sociedades, este tiempo nos invita a emular las actitudes consagradas en el libro sagrado: la Biblia. La Navidad es tiempo de esperanza, de reconciliación, de paz, solidaridad, de perdón, de enmienda, de transformación espiritual, de revisar los postulados es los cuales descansa la base ética, filosófica y social de nuestra existencia y de nuestros valores.
La mayor parte de nosotros, celebramos la Navidad, pero no la vivimos. Lamentó emitir este juicio, pero lo que está a la vista no necesita anteojos. La sociedad mercantil se ha ocupado de ir socavando nuestros valores, principios, creencias, tradiciones incluso nuestra fe. Aún así, no puede existir quien soliviante sin aquel que se deja soliviantar, bien por ignorancia, bien por omisión, bien por acción o porque ha perdido el camino que nos conduce hacia Dios o tal vez se le ha dejado arrastrar por el mundo, y olvida que si bien vivimos en el mundo, no somos los ciudadanos del mundo, somos los ciudadanos del cielo, celestiales, hijos de Dios y herederos de la promesa de la vida eterna en el cielo.
Pero que hacemos alguno de nosotros: llega la Navidad y nos preocupamos más por los regalos, las fiestas, por el comer, el beber, la buena vestimenta, el quedar bien con los demás, la satisfacción de nuestro ego y de otros que nos rodean (hijos, esposa, madre, hermanos etc.). Eso no es vivir la Navidad, ni siquiera llega a la categoría de celebración de la Navidad. Este tiempo como ya he dicho anteriormente nos debe motivar a reflexionar sobre el papel y función que como seres humanos hemos cumplido hasta la fecha en nuestra familia, en la sociedad, en la iglesia, en la academia, en el trabajo, el lugar es, momentos y situaciones en los cuales nos ha tocado vivir y que desafortunadamente no hemos estado a la altura de los compromisos y problemas que se nos han presentado. El nacimiento del señor es una magnífica oportunidad para evidenciar nuestro amor al prójimo, el ejercicio de la caridad cristiana, el compartir con he necesitado, el momento de perdonar y de ser perdonados, el momento de la reflexión positiva, el propósito de enmienda, el deseo y voluntad de un cambio sincero hacia la mejor, de una transformación interior que nos permita utilizar el discernimiento que Dios nos dio para que efectivamente elijamos y practiquemos la bondad, el altruismo, la solidaridad, el amor al prójimo y el amor a Dios por encima de todas las cosas. Ofrezco mis excusas si he sido desmesurado al momento de expresar lo que siento respecto de esas actitudes que la mayoría asume no solamente en tiempos de Navidad sino en otros verbigracia: la semana mayor o semana santa y todos aquellos días o estaciones o etapas a las cuales se les atribuye una significación especial, bien desde el punto de vista sociológico, político, económico, religioso etc. El corolario de estas reflexiones apunta a concluir que es más importante vivir el momento, la situación, el hecho o la circunstancia, que celebrarlo o festejarlo.
Tengo a bien acompañar este artículo con una presentación multimedia que se refiere precisamente a " VIVIR LA NAVIDAD " y que gentilmente me enviaron mis amigos y amigas cibernautas y que aspiro con todo mi corazón que les alegre el deseo que traduzco en estas reflexiones para que Dios y la virgen madre María les depare una excelente Navidad y que esta evidencie nuestros propósitos de reiterar la bondad que existe en nosotros, todo ello en beneficio de un mejor mundo y de una humanidad más justa, más humana, más equilibrada y más feliz. Finalmente les deseo a todos y toda una feliz Navidad y un año 2008 sobresaturado de bendiciones espirituales y materiales. Amén y amén....
Publicado por Mervy Enrique Gonzalez Fuenmayor en 7:45 PM 0 comentarios No dejar que la corriente nos arrastre
Si nos dejamos llevar de la corriente, podemos perder en pocos años el verdadero sentido de la Navidad. Algunos se preguntan ¿cómo es posible vivir de verdad la Navidad en este mundo en el que parece que todo se reduce a comprar y a divertirse? Nos invade la propaganda, nos meten las cosas por los ojos, se nos anima a comprar o a divertirnos en celebraciones ajenas a la religión.
Comprendo la perplejidad de muchos padres cristianos que no saben cómo presentar a sus hijos de manera atractiva y convincente la forma de celebrar la Navidad verdaderamente cristiana, que sea alegre y entretenida, pero sin perder su sentido religioso. Lo primero es enterarse y pensar en la Navidad hasta que brote en nuestro interior la emoción del asombro y de la gratitud. Así se llega de verdad a la alegría.
Y, en segundo lugar, traten de tomar, ustedes los padres, la iniciativa. No esperen a que les digan los demás cómo vivir la Navidad. Dediquen un rato a deliberar juntos en casa y a programar la celebración familiar de la Navidad según sus gustos, convicciones y tradiciones de siempre. "Armaremos el pesebre aquí, cantaremos esto o aquello, invitaremos a éste o aquél, iremos a la Misa del Gallo o haremos lo que nos parezca mejor".
Condiciones para una navidad cristiana
En esta programación de la Navidad, que tiene que ser alegre y realista, hay dos cosas que no pueden faltar: en primer lugar, los actos religiosos, dónde ir a Misa, a qué hora, con quiénes. Sin eso no hay Navidad cristiana. Y luego, alguna buena obra de caridad. La alegría de la Navidad se expresa compartiéndola con familiares y amigos, pero hay que preocuparse también de ofrecerla a los enfermos, a los que no tienen familia, o padecen cualquier otra situación dolorosa.
Este tiempo es muy adecuado para pasar un rato con algunos amigos o parientes con los que no podemos vernos durante el año. Con un poco de interés es fácil encontrar un rato para visitar enfermos en el Hospital, o hacer algo semejante. En estos días hay también muchas actividades, exposiciones, concursos que hacen referencia a la Navidad y que resultan educativos y divertidos. Se puede pasar muy bien sin gastar mucho dinero y sin alejarse del ambiente religioso de la Navidad.
Piensa que el nacimiento de Jesús en Belén cambió radicalmente la condición de nuestra humanidad. Desde entonces, por obra de Jesús, todos somos familia de Dios, e invitados a vivir en este mundo como hermanos, sin conflictos ni rivalidades, con esperanza y fortaleza. Jesús es el mejor tesoro y la mejor esperanza de nuestro mundo, el origen siempre vivo de un mundo diferente."

OTRA PERSPECTIVA PARA VIVIR LA NAVIDAD

OTRA NAVIDAD ES POSIBLE Y NECESARIA
El ejemplo más claro de cómo se puede tergiversar la historia lo tenemos en la Navidad. Celebramos el nacimiento de Jesús y la Navidad llega a nuestros corazones despertando sentimientos de cercanía y de amor por los demás. Pero si todo se queda en sentimientos, la Navidad cristiana se empobrece y pierde su auténtico sentido.
"Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Un niño que nada tiene, porque ni en la posada ha encontrado sitio para nacer. Jesús nació en la miseria, en un sucio y maloliente establo, sin ningún tipo de asistencia ni de higiene; pobre entre los pobres, marginado entre los marginados, rechazado antes de nacer (no le dan posada a sus padres), perseguido también antes de nacer (persecución de Herodes).
En nuestro mundo viven millones de personas como aquel niño, y nosotros celebramos el recuerdo de su nacimiento derrochando lo que a otros les falta para su subsistencia. Tiramos montañas de alimentos, nos hacemos innumerables regalos innecesarios y gastamos sin medida en juguetes que pronto estarán en un rincón o en un vertedero. Trabajamos para consumir, gastamos más de lo que podemos en un consumo irresponsable y trabajamos más para poder pagar el exceso de consumo; al final todo es una cadena sin fin, hemos entrado en un laberinto sin salida. La vorágine del consumo nos arrastra y la Navidad significa socialmente consumir de forma desaforada.
En un mundo donde las desigualdades entre países pobres y ricos se incrementan en lugar de reducirse, donde hay numerosos países que sufren de hambruna y más de 30.000 personas mueren diariamente de hambre o por causas asociadas al hambre, seguimos, por ejemplo, derrochando energía con las macro instalaciones de alumbrado navideño, un despilfarro económico que, además, va en contra del acuerdo alcanzado por la comunidad internacional en relación con los problemas del calentamiento global del planeta y con el cambio climático. Por todo ello es una insensatez colaborar con esta alocada carrera de consumo ostentoso y superfluo bajo la coartada del nacimiento de Jesús. Otra navidad más austera, más solidaria, más cristiana tiene que ser necesariamente posible.
Relacionar la venida de Jesucristo a la Tierra con este consumismo vacío y alienante es una afrenta para los que nada tienen y, cuando menos, una tremenda tergiversación del verdadero sentido de la Navidad. Recordemos que los primeros que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús fueron los pastores, una clase social de las más humildes de la época. Este hecho, que recordamos como un acontecimiento bucólico, es determinante para entender el mesianismo de Jesús: una opción preferencial por los pobres, por los que sufren. Hay un pasaje del evangelio que pone claramente de manifiesto esta gran novedad que trajo Jesús: cuando Juan el Bautista, desde la cárcel, manda unos emisarios a Jesús para preguntarle si era él el que tenía que venir o tenían que esperar a otro, Jesús responde "Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! (Mt 11, 2-11). El signo de que el Reino de Dios ha llegado es que la salvación ha llegado a los pobres, término que engloba a los desesperanzados, a los desheredados de la Tierra. Si Jesús naciese hoy entre nosotros, los privilegiados conocer la primicia de este acontecimiento podrían ser perfectamente los inmigrantes que deambulan por nuestras calles, duermen a la intemperie y no tienen qué comer.
La sensación agridulce que muchos cristianos padecen en estas fechas cuando experimentan la contradicción entre lo que saben que celebran y la forma de celebrarlo hace necesario que los cristianos tomemos parte y aclaremos qué es lo que queremos conmemorar. ¿Qué celebramos en Navidad los cristianos? Celebramos que Dios, todo poderoso en el amor, el infinito, el Dios invisible, se ha encarnado, se ha hecho uno como nosotros en la persona de Jesús de Nazaret, y lo ha hecho por amor, porque nos tiene en sus sueños, en su proyecto para la humanidad. Además, lo ha hecho en una muchacha pobre de una aldea perdida en los suburbios del Imperio ¿nos planteamos por qué los primeros en verlo han sido los desterrados, los excluidos y los que nada cuentan? La razón es que nace preferentemente para ellos, para los que nada tienen. Y esto es necesario gritarlo bien alto, porque si la marea de turrones, langostinos y consumo desmedido de estos días desvirtúa este mensaje que Jesús nos trae habremos eliminado toda la esperanza que para nosotros representa el Jesús niño.
Todos los tiempos litúrgicos son una llamada a la conversión, a la apertura, a la escucha, al seguimiento, a la austeridad, a la justicia y a la solidaridad. Disfrutemos de los sentimientos que nos despierta la Navidad, sin olvidar que tiene vocación de permanencia, que no es fiesta de un solo día.
Es verdadera Navidad si sabemos perdonar; si vivimos la esperanza cristiana; si amamos sin esperar nada a cambio, especialmente al más necesitado; si trabajamos por la justicia entre los hombres para que no hay excluidos de los bienes de la Tierra; si tenemos deseo de vivir y comunicarnos con los demás; si los sufrimientos los asumimos con amor y esperanza; si somos perseguidos por causa de la fidelidad al evangelio; si nos alegramos de ser hijos de Dios.
Alfonso Hernández Martín escribe en representación de las Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia.

Tales son algunas opiniones, tesis y criterios sobre el modo en cual debemos vivir la navidad. Dios les bendiga con la intercesión de nuestra virgen madre Maria,madre de Dios y madre nuestra, Y que el cumpleañero de este 24 de Diciembre de 2008, EL NIÑO JESUS,nos traiga mucha dicha y felicidad y siembre en todos nosotros un profundo amor a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.Feliz Navidad 2008.



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