martes, septiembre 08, 2009
LA NOTA CORTA " NO NOS QUEDAREMOS AQUI” ***Cada uno en su casa y Dios en la de todos.(Anónimo)
LA NOTA CORTA " NO NOS QUEDAREMOS AQUI”
***Cada uno en su casa y Dios en la de todos.(Anónimo)
POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO ESTADO ZULIA VENEZUELA AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y TRASLADADA A LA RED MARTES 08 DE SEPTIEMBRE 2009.
Es curiosa la actitud que asumimos cada uno de nosotros en relación con nuestra existencia, con la vida en general y con ese deseo intenso, pero inexpresable, de querer quedarnos en la vida mundana, material y carnal, para siempre. Infortunadamente ello no es posible, por varias razones. La primera de ellas es que somos finitos y por lo tanto tenemos principio pero también tenemos final, nacer, vivir y morir. Por otra parte la muerte es un mandato y precepto del Dios creador. De manera que cualquiera que sea la intensidad del deseo de quedarnos aquí, no nos quedaremos y nuestro cuerpo volverá donde estaba cuando nació: "del polvo eres y al polvo volverás", "cenizas a la cenizas", afirman categóricamente las sentencias del divino Dios.
¿Como explicar esta aspiración, este querer, este desear? Creo, particularmente, que esta situación se debe fundamentalmente en primer término al miedo por lo desconocido, en segundo plano: por el temor a la muerte, y otro aspecto --- sin que descartemos a priori ningún otro - - -que se debe vincular con la falta de fe, la ignorancia o la creencia dubitativa de la vida más allá de la muerte. En definitiva nos queremos quedar aquí en razón de la aparente seguridad que esta existencia terrenal nos ofrece. Nos causa gran temor cualquier cambio que nos conduzca hacia espacios, ambientes y/o lugares desconocidos. Es como el feto que se siente seguro en el saco amniótico en el vientre de su madre y teme su encuentro con el mundo exterior, porque no lo conoce, ya que existe la posibilidad que las condiciones de ese mundo exterior no sean iguales a las que predominan en su lugar de gestación. Lo mismo sucede con el hombre, acostumbrado a lo material, al uso, goce y disfrute de las cosas, casa, vehículo, ropas, joyas, confort, aire acondicionado, dinero en el banco, reconocimiento académico y social, una buena familia, un presente y un futuro cargados de muchas expectativas y de bienes materiales; es obvio que en ningún momento se pueda pretender que abandone todas esas cosas, por algo que no conoce ,por lo que no ha visto o que creyendo conocer, sin embargo tiene duda de que exista o de que pueda ser mejor de lo que ya tiene.
La mayor parte de nosotros cree y piensa que Dios existe. La mayoría fuimos enseñados en el cristianismo o en cualquier otra profesión de fe que presupone la existencia de un ente superior. No obstante cuando la tragedia o la tribulación se presenta frente a nosotros, rezamos y suplicamos al cielo, a Dios ,que nos ayude a solucionar los problemas que han visitado nuestra vida y nuestro hogar y si no encontramos una rápida respuesta, entonces ponemos muy rápidamente en duda no solamente el poder de nuestro buen Dios, vamos mucho más allá, al punto de negar su existencia y corremos desaforados a buscar la ayuda de hechiceros, astrólogos, brujos y cualquier otro espécimen perteneciente a los servidores del demonio. Olvidan que la fe en Dios debe ser dinámica, solida, objetiva y compartida (difundir la palabra de Dios y la buena nueva es obligación de todo creyente).Esta es otra manifestación, de no querer dejar lo que tenemos, y por eso tratamos siempre de recuperarlo “a como de lugar “. Toda esta reacción se explica en razón de nuestra poca o casi ninguna fe en Dios. El mundo, los sentidos, lo carnal, conspiran en contra de Dios y de lo espiritual. Esa carencia o limitada fe, es generada por el desinterés en relacionarnos más con el estudio de la santa palabra de Dios, contenida en el Gran Libro: La Biblia, según y bajo la inspiración, orientación y control del Espíritu Santo. La muerte no es el final de todo. Realmente es el inicio de la verdadera vida. La vida eterna que Jesucristo nos aseguró, mediante su voluntario sacrificio. Donde vamos no necesitaremos nada. Escrito está, que allí no habrá llanto, pena, ni enfermedad. Animo, gozo, alegría…
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