viernes, septiembre 25, 2009
ORACIÓN “AL PADRE PÍO DE PIETRELCINA ”
ORACIÓN “AL PADRE PÍO DE PIETRELCINA ”
POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED VIERNES 25 SEPTIEMBRE DE 2009.
En el día de su fiesta litúrgica, cinco plegarias en una:
Que San Pío de Pietrelcina nos enseñe a orar,
Nos haga cristianos de Eucaristía,
Nos descubra el hontanar de la Confesión,
Nos llame a la conversión y nos ayude a cargar con la cruz
Querido Padre Pío: En el día de tu fiesta litúrgica, en el día del cuarenta y un aniversario de tu pascua, te presento por la mediación de Nuestro Señor Jesucristo, con cuyas llagas te configuraste, la siguiente oración:
ENSEÑANOS A ORAR. Enséñanos a vivir en la oración y a vivir de la oración. Enséñanos que solo el corazón que se sumerge, se impregna y se inflama en la plegaria es un corazón que sabe amar. Enséñanos que la oración es el mejor antídoto contra la secularización y la tibieza. Enséñanos a orar, que es servir y que es amar. Enséñanos que sola la oración nos descubre los misterios de Dios y nos lanza a la misión verdadera. Que solo la oración nos hace plenos, libres y llenos esperanza. Enséñanos que la oración -esperanza en acto- es la respiración del alma y el termómetro de la fe y de caridad. Y que todo tiempo reservado a la oración no es tiempo perdido, sino ganado: ganado para nosotros y para los demás.
HAZNOS CRISTIANOS DE EUCARISTÍA. Cuentan y cuentan que tus Eucaristías eran impresionantes. Cuentan que quienes asistían a ellas –que eran cientos y miles, que hacían penitentes colas de espera- salían conmovidos, transformados, conscientes de haber asistido a un nuevo Calvario. Qué no tengamos prisa, querido Padre Pío, cuando celebremos o asistamos a Misa. Ya sabes que la Eucaristía nos moldea y nos identifica. Y, en contra, hasta nos delata y retrata… Si nuestras Eucaristías son frías, exprés, despistadas, aburridas, inquietas, rutinarias así es nuestra fe, así late –así de poco late- nuestro fervor y nuestra vivencia de los misterios del Señor.
REVITALIZA EN NOSOTROS LA PRÁCTICA DEL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN. Para todos. Hemos de romper –nos decía el Papa Benedicto XVI- el círculo vicioso en que estamos reduciendo a este sacramento –como se confiesan muy pocos, no me siento a confesar y yo tampoco confieso apenas- con el círculo virtuoso que tú practicaste, querido Padre Pío, y que tú hiciste posible para tantos y tantos hombres y mujeres de todos los confines de Italia y de otros lugares. El sacramento de la Confesión es el sacramento de la alegría, del perdón, de la reconciliación, de la gracia. ¿Y quién de nosotros no necesita alegría, perdón, reconciliación y gracia? Haznos perder el miedo a la Confesión sacramental, donde se esponja el corazón y donde se renuevan todas las cosas. La Confesión no nos quita nada y a cambio nos lo da todo. La Confesión no viola nuestra intimidad sino que la abre a la intimidad y al diálogo amoroso con el Dios que nos ama. Haz que los curas volvamos siempre al confesionario: a confesar y a confesarnos. Haz que los religiosos y religiosas recuerdan que sus fundadores fueron todos ellos y siempre cristianos de confesionario. Haz que los laicos redescubran y experimentan el gozo inefable del hijo pródigo, el gozo del Padre Bueno.
ABRE NUESTRO CORAZÓN AL INTERÉS EVANGELIZADOR POR TODAS LAS PERSONAS, ESPECIALMENTE LOS ALEJADOS Y LOS PECADORES. Tu vida fue la búsqueda constante de todos, especialmente de los alejados, de los pecadores, de los no creyentes. Tu vida fue un constante y fecundo servicio a la conversión. ¡Necesitamos siempre y quizás ahora más de la conversión! Y aquí también tenemos que superar el círculo vicioso de la indiferencia religiosa y del agnosticismo o ateísmo práctico –de la paganización, en suma- con el círculo virtuoso del apostolado, del diálogo, del encuentro, del testimonio, de la invitación a volver, a regresar al Señor. ¡Si tú pudieras hablar, si pudieran hablar tu confesionario y el archivo de los miles de cartas que recibiste y sigues recibiendo, si pudiera hablar tu santuario acerca del testimonio de tantos hermanos y hermanas que, por tu ejemplo y mediación, emprendieron y siguen emprendiendo el camino del retorno! Haz que nuestra Iglesia nunca se conforme con la vulgaridad ni con la mediocridad, con el “¡qué le vamos a hacer!”, con nuestros templos medio llenos o medio vacíos, con el que “son los signos de los tiempos”… Llénanos de ardor evangelizador, consciente de que la mejor evangelización es siempre la del testimonio y la de la vida. Y que Dios quiere que todos los hombres se salven: nosotros y todos.
MUÉSTRANOS LA CRUZ, MUÉSTRANOS TUS LLAGAS, Y AYÚDANOS A CARGAR CON AMOR Y CON ESPERANZA CON LA CRUZ NUESTRA DE CADA DÍA Y CON LA CRUZ DE NUESTROS HERMANOS. Haznos sensibles y solidarios a los sufrimientos de la humanidad, al gemido de los pobres, al dolor de los enfermos, al vahído de los ancianos, al clamor de los parados. Y ayúdanos a no rehuir la cruz, a no ser prófugos de su luz y de su fuego purificador. Muéstranos que la cruz es el camino del cielo, la llave santa de la puerta santa de la plenitud. Enséñanos a cargar con ella: con la cruz del deber, con la cruz del dolor, con la cruz de la debilidad nuestra de cada día. ¡Cruz, vos seáis la bienvenida! No existe rosa sin espinas. No existe vida sin cruz. No existe cruz sin luz.
Todo esto y tantas cosas más, querido Padre Pío, queridísimo Padre Pío, te le presento en esta mañana del día de tu fiesta, del día de tu pascua, por la intercesión siempre poderosa de nuestra Madre María, a quien tanto invocabas y amabas. Ahora que estás más cerca de Ella, ahora que tu rosario sin fin es ya contemplación eterna, dile que la necesitamos, dile que nos ayude, dile que aleje de nosotros la plaga de la mediocridad asfixiante y del conformismo cómodo, de la secularización interna y externa y de la banalidad y de la frivolidad que nos entra por todos los lados, por todos los poros y foros. Dile a María que queremos ser cristianos de oración, cristianos de Eucaristía, cristianos de Confesión, cristianos de conversión, cristianos de cruz y de solidaridad. Y dile que nos echa una mano, mil manos de amor, de ternura y de paciencia.
Y reza con nosotros y para nosotros, querido Padre Pío, con la misma oración con que la Iglesia implora su intercesión: “Oh Dios, que has otorgado a San Pío de Pietrelcina la gracia de participar de manera especial en la Pasión de tu Hijo, concédenos por su intercesión, conformarnos con la muerte de Jesús para ser partícipes de su resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen”. (Autor: Jesús de las Heras Muela. Director de Ecclesia. Miércoles 23 de Septiembre de 2009 )
ETIQUETAS: PADRE PIO, LLAGAS DE PASIÓN. PIETRELCINA,
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