martes, septiembre 08, 2009

ORACIÓN “NUESTRA VERDADERA CASA”




ORACIÓN “NUESTRA VERDADERA CASA”

POR PROF. DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR
MARACAIBO.ESTADO ZULIA.REPÚBLICA DE VENEZUELA.AMÉRICA DEL SUR
REDACTADA Y TRALADADA A LA RED EN MARTES 08 DE SEPTIEMBRE DE 2009.
O R A C I Ó N

Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu. Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Amen y amen… (Fragmentos de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 5)

COMENTARIO

(APLICACIÓN A NUESTRA VIDA)
Nos hemos postrado ante ti señor, para bendecirte y reconocer tu dominio sobre todo lo que existe y tu amor tus criaturas entre las cuales el hombre es tu predilecto. Señor Jesús te pedimos perdón porqué nuestros sentidos, nuestra racionalidad y nuestra inteligencia, nos han hecho creer que todo comienza y termina en el mundo terrenal y que debemos disfrutar sin ninguna limitación de todo los placeres, de todo lo que deseamos, de todo lo que existe en este mundo para recrearnos, satisfacernos y darle gusto a nuestros sentidos y a nuestra carne. Por esa ofensa señor pedimos tu piedad y tu misericordia. Nuestro cuerpo es santo, porque tú eres santo y debido a que nosotros somos criaturas creadas a tu imagen y semejanza Además de la santidad acompaña nuestro cuerpo en virtud de que el espíritu santo mora en el. Por eso san Pablo en la segunda carta a los Corintios capítulo 5, nos enseña que si estamos desnudos necesitamos la vestimenta del hombre nuevo, la vestidura que el señor nos ofrece a través de su gracia y de su santidad: el edificio de Dios que es morada eterna y que no se desmorona, es la morada eterna construida por la mano de Dios mismo. Esta gracia está garantizada por qué Jesús nos enseñó también, que después de su ascensión al cielo, no quedaríamos solos y que el espíritu santo moraría hasta el final de los tiempos en nuestros frágiles cuerpos. En pentecostés tus discípulos recibieron el espíritu santo y nosotros de allí en adelante vivimos un pentecostés permanente, continuo, hasta el final de la vida y del tiempo. Para los que ya andan en el camino del señor, bien a su servicio o como laicos comprometidos, aspiran y ansían ser sobrevestidos ya que por la sola circunstancia de andar en el mundo, están sometidos a sus tentaciones y a sus debilidades. Por ello gemimos y clamamos, no a causa de nuestra fe, puesto que, quienes han elegido el camino de servicio a Dios, desde cualquier sitio de esta sociedad, necesitan esa sobre vestimenta para poder neutralizar y de extinguir los efectos del pecado. Y aquellos que aun estemos desnudos, por carecer de fe o no cumplir ni la palabra de Dios ni sus enseñanzas, requerimos prontamente el vestido del hombre nuevo, para lo cual debemos transformarnos por la renovación de nuestra mente, eso si, una verdadera e integra transformación de nuestra vida, de nuestras convicciones, de nuestros procederes, una renovación que se inicie desde nuestros niveles internos de conciencia hacia el exterior Animo, gozo, alegría...

ETIQUETAS: renovaos, edificio, casa, desmoronar,


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